La vida de Pablo antes convertirse en el propietario de la famosa pastelería de la Estafeta es casi un enigma. Pablo y Beatriz no tuvieron hijos, por eso se puede pensar que su historia ha quedado anclada en el pasado, pero su legado lo tenemos presente todos los días. Quienes conocieron a Pablo lo describen como un enamorado de la pastelería, profesión a la que conoce desde sus entrañas. Cuentan que muchas veces le tocó viajar varios kilómetros para conseguir azúcar y que él mismo preparaba la materia prima de sus pasteles como frutas confitadas o coco rallado. Pablo era un hombre tenaz, con un genio bastante fuerte dices algunos, que no dudaba en regañarte si tenía que hacerlo, pero que siempre lo hacía con buena intención ya que buscaba que el trabajo se haga siempre a la perfección. Pero esto no significa que todo siempre le haya salido bien, aunque él sabía cómo ver la oportunidad en los problemas. Por ejemplo, hubo una ocasión en la que preparó unos dulces de coco, pero quedaron muy tostados en el exterior. Pablo, en un principio bastante molesto, no dudó en solucionar la situación y agregó una cobertura de chocolate. Los dulces de coco cubiertos de chocolate se vendieron en un instante y durante las semanas siguientes se acercaron más clientes para comprar estos dulces.
Lourdes y Pablo Saraldi
Beatriz
A Doña Beatriz, la esposa de Pablo y quien inspiró el nombre de la tienda, se la recuerda como una mujer muy dulce. Además era el primer rostro que veían los pamplonicas al entrar en la pastelería, ella era quien atendía a los clientes.
Asunción y Lourdes
Lourdes y Asunción conocieron a Pablo porque el marido de Lourdes era quien proveía de materia prima a Pablo. Un día Pablo, después de que le dejaran la mercancía, le dice al marido de Lourdes: "Esta es uno de las últimas entregas que me haces". El marido de Lourdes se extraña y le pregunta el motivo. Es ahí cuando Pablo le dice que ya quiere jubilarse y, como no ha tenido hijos, no tiene a nadie a quién hacer el traspaso. En ese momento Lourdes y Asunción entran en esta aventura. Son dos mujeres dispuesta a dar todo de sí para sacar su pasión adelante, la pastelería. Pablo y Beatriz estuvieron junto a ellas durante más de un año, enseñándoles con mucho esmero y delicadeza la preparación de cada bollo, cada garrote, cada trufa. Lourdes cuenta que Pablo tenía un carácter muy fuerte y era muy perfeccionista. Un admirador del trabajo bien hecho, y fue eso lo que a fin de cuentas dio su fruto en estas dos mujeres y que nosotros vemos reflejado cada ves que pasamos por la Estafeta.